viernes, 9 de mayo de 2014

Historia del Diseño CUBA

Diseño Industrial

En Cuba la conciencia moderna apareció temprano. Ya en los años veinte y treinta del siglo XX, la plástica cubana, la arquitectura y la música se orientaban hacia una concepción contemporánea. Sin embargo, con la industria sucedió lo contrario. El desarrollo productivo fue inhibido por el Tratado de reciprocidad con los EEUU; así, llegó a la mitad del siglo XX con casi nulo desarrollo industrial del tipo que demanda el ejercicio del diseño.

La conciencia de la contemporaneidad asumida a Cuba se caracterizó además por un rasgo que merece la pena subrayarse, su contextualización nacional. Durante la segunda mitad del siglo pasado estas características acompañaron a la cultura cubana, incluido el diseño.



Transformaciones revolucionarias

Como consecuencia de las transformaciones revolucionarias se llevaron a cabo profundos cambios estructurales en el país que significaron la centralización estatal de la economía, la industria, La cultura y la política.
La campaña de alfabetización, la creación del Instituto del libro, innumerables exposiciones y congresos nacionales e internacionales, la creación del Instituto de Arte e Industria cinematográfica, el consejo nacional de la Cultura y las escuelas de Arte son algunos testimonios de ésta intensidad y del carácter fundacional de esos años.

En las exposiciones, en el cartel, en la portada de libros o en los muebles e interiores de las instituciones creadas, en los nuevos productos para el consumo básico nacional, estuvo presente del diseño.


Clara Porset, cubana pero que ya radica en México a inicios de los sesenta, era un claro ejemplo de la intelectual perteneciente a esta modernidad que se cristalizó en una vanguardia política y culturalmente revolucionaria.

Ella se ofreció para ayudar al desarrollo del diseño en Cuba. Una vez allí fue comisionada por la dirección del gobierno para realizar el proyecto del mobiliario de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos y posteriormente ejecutó el proyecto mobiliario de la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán en la Habana. No obstante la importancia de estas dos obras, el inicio de las gestiones bajo iniciativa del “Che” Guevara para la fundación de la primera Escuela de Diseño en Cuba en 1963 fue el proyecto que más atrajo y motivó, y, que, sin embargo, al fin no llevaría a cabo.

A ciencia cierta, hasta hoy en día no se saben las razones que motivaron la interrupción de dicho proyecto. Clara Porset volvió a México, donde desarrollo un amplio programa de práctica y enseñanza del diseño, y al fin de sus días se lamentó de no haber integrado más ampliamente la historia del Diseño en Cuba.

En la década de los 60 se creó el Departamento de muebles de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de la Construcción (MICONS), dirigido por Antonio Quintana, Fue la institución que desde su creación hasta 1971, desarrolló proyectos de diseño de muebles e interiores para las numerosas nuevas instalaciones(hospitales, viviendas, playas públicas, centros recreacionales).
Gonzalo Córdova y María Victoria Caignet fueron, entre otros, los encargados de realizar estos proyectos. Rasgos distintivos de su labor fueron: su carácter integral, ya que arquitectos y diseñadores trabajaban en equipos; y que los muebles se realizaban con materiales exclusivamente nacionales. A ellos se integraban obras de pintores nacionales de reconocido prestigio como René Portocarrero o Amelia Peláez.
Los conceptos rectores del diseño de esos muebles e interiores fueron siempre lo cubano y lo contemporáneo. ”No se busca la identidad, sino que se trabaja en diálogo con lo local, con el clima, con nuestros materiales”

En este marco se destacó el plan de Camagüey de diseño de muebles  e interiores para 4000 viviendas económicas los que fueron concebidos a partir de la triple visión de contemporaneidad, cubanía y modularidad.

Durante esta década se sucedieron, en céntricas zonas urbanas, importantísimas exposiciones de gran escala y fuerte presencia, y que portaban mensajes revolucionarios. La primera de ellas fue la UIA (Unión Internacional de arquitectos), relacionada con el Congreso Internacional de Arquitectos que dejó inaugurado el Pabellón Cuba en la Rampa (sitio de exposiciones hasta nuestros días).Luego se sucedieron, entre otras, el Salón de Mayo y la exposición del Tercer mundo, todas realizadas en equipo, que incluyeron fotógrafos, arquitectos, diseñadores gráficos, artistas plásticos y músicos. Es necesario mencionar las escenografías de los Festivales de la Canción en Varadero llevados a cabo en esos años y las remodelaciones de interiores, como la ejecutada como en la Rampa, convertida en salón cultural.

En 1962 se creó en el Ministerio de Industria la oficina de Estudios y Desarrollo de Productos, que fue la encargada de llevar a cabo los primeros estudios de consumo básico y masivo de la población a la vez que “el diseño” de alguno de estos productos. Entre los estudios que se desarrollaron pueden mencionarse la investigación y diseño de juguetes didácticos; estudios para envases de fósforo y para marcas de refrescos; la elaboración de campañas para el mantenimiento de electrodomésticos; estudios sobre los envases de productos de medicina; estudio sobre los hábitos de uso y mantenimiento de la olla de presión; la investigación y diseño de un campamento transportable para las escuelas en el campo, entre otros estos estudios sobre consumos básicos de la población, de excepcional importancia como fundamentos del diseño, fueron continuados en la década de los 70.

En 1970, a instancias de Iván Espín se creó la primera Escuela de nivel superior de diseño en el país: La Escuela de Diseño Informacional e Industrial (EDII), que dependía de la industria Ligera. Espín recién había concluido una beca de la UNESCO en diversos países de Europa, donde habían estudiado el diseño y su pedagogía. La escuela tenía como objetivo formar a los diseñadores que harán falta para el desarrollo de productos de Industria Ligera y en general para satisfacer los requerimientos económicos y sociales del país. Otro objetivo implícito era poner el diseño cubano a tono del mundo, o sea, con las teorías y las prácticas del diseño contemporáneo. Se impartirían dos carreras: diseño industrial (productos de uso y consumo) y diseño informacional (productos de información u comunicación). El propósito fundamental de ambas carreras era metodológico, es decir, dotar al alumno de instrumentos para analizar y resolver todo tipo de problemas de diseño.

El énfasis en lo metodológico estaba dado por un fuerte conjunto de materias teóricas: semiología, matemática, teoría de la cultura, psicología, sociología. Este proceso de aprender a pensar era lo esencial de la enseñanza de la Escuela. ”Se partía de  Piaget, de aprender aprehendiendo, del método estructuralista se deriva que el diseño era visto como un sistema y además siempre contextualizado, las asignaturas teóricas tributaban directa e indirectamente a las de proyecto”. A pesar de su corta existencia y al escaso número de alumnos y egresados, estos tuvieron posteriormente importantes roles dentro de la cultura nacional ya fuera en el cine, la fotografía o en el diseño y su enseñanza. Entre los proyectos realizados por la escuela merecen citarse el estudio del sistema de símbolos para la vivienda popular cubana, las maneras de vestir del cubano en la calle, los proyectos de muebles para viviendas y círculos infantiles, para juguetes y envases y varios otros diseños informacionales.

La EDII fue sin embargo un hito significativo en el desarrollo de la enseñanza del diseño y del germen de instituciones futuras.

En 1972 apareció el libro El Diseño Ambiental de la Era de la Industrialización, de Roberto Segre y Fernando Salinas, editado en la Universidad de la Habana. Este trabajo sintetizó parte de la práctica que ya se venía realizando y sentó bases teóricas del proceso proyectual.

En el diseño se continuó el concepto de modernidad referida a lo local, fuera en materiales, clima o hábitos de vida, pero en ese momento el alcance y el monto de trabajo eran muy superiores: se realizó el diseño integral y la fabricación por la empresa.

La creciente importancia social y política que se le quiere otorgar al diseño se evidencia en 1979 en el ciclo de conferencias organizadas por el Ministerio de Cultura con el título “La importancia del diseño para el desarrollo económico político y cultural”.

En esta década aparecen las primeras reflexiones sobre el diseño, ya sean implícitas en la práctica o en textos, se lleva a cabo una experiencia sobre su enseñanza, se amplía el ámbito de su ejercicio y el diseño se acerca a la producción Industrial. 




Diseño Industrial: Institucionalización del diseño

Años 80:
Se crearon instituciones de relevante importancia para el diseño, se definieron sus funciones, su especificidad y la práctica profesional.
Diseñador relevante: Iván Espín.
Se incrementó el número de industrias.
Se diseñaron productos tecnológicamente complejos, como el tren bus para la ciudad de la Habana.
Se creó la oficina Nacional de Diseño Industrial (ONDI).
Libro «teoría y práctica del diseño industrial» Gui Bonsiepe.


Para crear lo útil» lema de ONDI


Años 90:
Crisis económica nacional.
Ministerio de turismo, Hoteles.
Hotel Meliá cohíba, se busca conferir una identidad, amplio trabajo en equipo se diseñaron interiores, señalética, textiles e incluso la imagen e identidad corporativa.




DISEÑO GRÁFICO
Desde 1902-1958:
Agencias de publicidad al estilo norteamericano.
Más de 30 agencias.
McCann Erickson, Guastella, Siboney, Mestre-Conill y OTPLA : agencias principales.
Actuación de las agencias en: medios impresos, televisión.
Gran calidad de impresiones litográficas.
Máquinas rotativas de hueco grabado y offset.
Pequeños talleres de impresión tipográfica.


 De 1950 a 1958: la era de las agencias Publicitarias
Las agencias publicitarias, las empresas editoriales y los grandes consorcios de medios de comunicación norteamericanos acostumbraban a ensayar en Cuba sus nuevas técnicas y tecnologías.  La isla sirvió como plataforma para el lanzamiento de productos y mensajes para el mercado latinoamericano, todo lo cual explica en parte el desarrollo de la publicidad y de la industria gráfica cubanas en esta época.

La Escuela Profesional de Publicidad se fundó en 1954. En el ámbito de los productos de consumo, Cuba contaba con una rica tradición de nombres y marcas. De igual modo, envases, etiquetas y embalajes habían recorrido un fructífero camino desde el siglo XIX, en primer lugar en los habanos, pero también en cigarrillos, rones y cervezas. Estos productos, sus nombres y lemas comerciales fueron expresiones de identidad cultural. Los habanos, que constituyen un verdadero patrimonio de las artes visuales cubanas, contaban en sus envases con una imaginería cuyas representaciones del paisaje natural y humano valorizaban la cultura criolla.

Habanos cubanos



El mercado de las publicaciones era bastante disparejo. Había, por un lado, múltiples revistas y diarios, y por otro, una industria del libro de poco desarrollo. Escasas eran también las campañas de comunicación no comerciales o de bien público. Eladio Rivadulla, pionero en Cuba del cartel serigráfico.

Eladio Rivadulla


De 1959 a 1964: cambio de paradigma
La revolución fue una transformación profunda de la sociedad en todos sus ámbitos, en un proceso continuo, pero no lineal. La comunicación estuvo desde luego afectada por estos cambios, que dieron una perspectiva radicalmente diferente al diseño gráfico. Surgieron nuevos emisores de comunicación, cambiaron los mensajes y los receptores dejaron de ser potenciales consumidores para convertirse en destinatarios de  mensajes políticos, educativos y culturales.

Con las posteriores nacionalizaciones, los diseñadores pasaron a ser empleados del Estado. En la confrontación ideológica de los primeros años la publicidad fue tildada de perniciosa y en 1961 fueron definitivamente suprimidos por el gobierno los espacios publicitarios en radio, televisión y prensa. El diseño logró imponer su libertad expresiva y primó el respeto a sus creadores. 


Cartel para una exposición de Cuba en Francia, 1959 
Serigrafía. Diseño: Raúl Martínez. CNC




Cartel para un festival de música. 1967
Serigrafía. Diseño: Alfredo Rossgaard


La publicidad se adapta a los nuevos tiempos intentando mostrar una evocación nacionalista en el posicionamiento de los productos, mientras la propaganda no encontraba todavía su propio lenguaje.

En el Instituto Cubano  de Arte e Industria Cinematográficos, la diversidad de estilos entre ellos es notable, como lo es también la intensidad de la producción. Los carteles tuvieron en común desde mediados de los años sesenta un mismo formato (52x76 cm) y una misma técnica (serigrafía).


Cartel para una obra teatral. 1967. Offset.
 Diseño: Héctor Villaverde. CNC


En 1961, el cartel adquiere un rol preponderante como medio de divulgación. Se creó el Consejo Nacional de Cultura (CNC), cuyo objetivo era promover los eventos e instituciones culturales.


De 1965 a 1975: maduración de un modo de hacer
Una caracterización en el contexto que se conformó una nueva gráfica en Cuba pasa por considerarse que a) La dinámica de transformación del país producía una demanda constante de comunicación visual, y b) Los diseñadores estaban nucleados alrededor de instituciones, que propiciaban una ejercitación sistemática con mucha libertad expresiva.

Existió un clímax en que se equilibraron demanda y oferta. La demanda se expresó por exclusión editorial. Redujo la venta de periódicos, pero proliferaron las revistas como también creación una variada gama de colecciones de libros. Etapa más fértil en la historia del diseño cubano.

Ante la ausencia de publicidad, aumentaron las campañas de bien público, en las que tomaron mucha fuerza nuevos soportes como las vallas urbanas y los laminarios (impresos con fines didácticos, de mayor tamaño que los carteles y con más texto).

Se efectuaron visitas de diseñadores, principalmente del japonés Shigeo Fukuda, quien su presencia marcó huella en Cuba, por el estilo utilizado.


A mediados de la década el cartel cubano empezó  a suscitar interés en Europa y en algunas otras plazas importantes de las artes visuales en el mundo. A través de artículos en revistas y de exposiciones se fue dando a conocer una realidad social particular y un modo de reflejarla a través del diseño, todo lo cual atrajo atención y fue elogiado.

Sin dudas fue el cartel el género más representativo del auge de la gráfica cubana de esta época; tanto, que opacó otros logros que permanecen hasta hoy poco abordados.


Cartel político. 1968. Serigrafía. 
Diseño: Helena Serrano. OSPAAAL

La creación del Instituto Cubano del Libro (ICL) dio pie a la remodelación de las editoriales y sus perfiles gráficos. El libro había dejado de ser un objeto elitista para quedar al alcance de cualquier ciudadano, respaldado esto por una política de precios subvencionados estatalmente, a fin de promover la lectura y por ende el enriquecimiento cultural. Los diseños cubanos de libros de esta etapa mostraban poca inhibición  para subvenir la forma tradicional que, en cuanto a diagramación, formatos y usos de la tipografía, se tenía por correcta hasta entonces.



De 1976 a 1989: estancamiento y retroceso
Una variedad de factores condicionaron la crisis en el diseño gráfico cubano que se hizo evidente en este periodo:

Se saturó el código visual creado en los años sesenta y no llegó a tiempo  la necesaria renovación tanto visual, expresiva como humana.

Las relaciones laborales entre los diseñadores y profesionales se hicieron más rígidas, y se impuso un estilo democrático de encargo; hacia el final de los años 80 comenzó a conocerse en Cuba la tecnología digital, avance al que no todos los diseñadores entonces activos pudieron incorporarse-lo cual quedó marginado un sector de profesionales maduros respecto de los jóvenes que entraban en el gremio-, y que por otro lado hizo posible que personas con poca preparación específica en comunicación visual accedieran a trabajos de diseño, en detrimento de la calidad resultante.

Por esos años, algunos diseñadores notables salieron definitivamente del país, bien por divergencias con el sistema político vigente en Cuba, bien en búsqueda de mejoras económicas (por ejemplo: Antonio Fernández Reboiro y Félix Beltrán; mucho antes ya lo había hecho Tony Évora) y otros dejaron sus puestos de trabajo. Cuando en 1980 se fundó la Oficina Nacional de Diseño Industrial (ONDI), el diseño gráfico cubano ya estaba en crisis. La ONDI puso entre sus prioridades la formación de diseñadores y fundó el Instituto Politécnico para el Diseño Industrial en 1983.


De 1990 A 2000 la crisis y la nueva oportunidad
A inicios de los años noventa, muchos diseñadores se independizaron de las oficinas o agencias; pero terminaron proliferándose las agencias de publicidad (llegaron a contarse hasta quince) para atender las necesidades de comunicación en sistemas de identidad corporativa.

En el entorno del turismo y la industria farmacéutica se desarrolló intensamente la creación de manuales de identidad corporativa.

En 1992 algunos de los más notables diseñadores se reunieron y formaron el comité Prográfica Cubana, entidad no Gubernamental y sin fines de lucro dedicada a promover el diseño como actividad creativa de amplio contenido cultural.

En años recientes se ha venido produciendo la emigración de diseñadores gráficos jóvenes, fundamentalmente hacia España y EE.UU., no obstante, se ha percibido un cierto optimismo respecto de la posible recuperación del diseño gráfico cubano. 



BIBLIOGRAFÍA

Fernández, S. & Bonsiepe, G. (2008). Historia del Diseño en América Latina y el Caribe: Cuba. Editorial: Blucher


1 comentario:

  1. Para completar tu información:
    http://www.togores.net/arquitectura-y-diseno/premisas
    Saludos

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