Diseño
Industrial
En
Cuba la conciencia moderna apareció temprano. Ya en los años veinte y treinta
del siglo XX, la plástica cubana, la arquitectura y la música se orientaban
hacia una concepción contemporánea. Sin embargo, con la industria sucedió lo contrario.
El desarrollo productivo fue inhibido por el Tratado de reciprocidad con los
EEUU; así, llegó a la mitad del siglo XX con casi nulo desarrollo industrial
del tipo que demanda el ejercicio del diseño.
La
conciencia de la contemporaneidad asumida a Cuba se caracterizó además por un
rasgo que merece la pena subrayarse, su contextualización nacional. Durante la
segunda mitad del siglo pasado estas características acompañaron a la cultura
cubana, incluido el diseño.
Transformaciones
revolucionarias
Como
consecuencia de las transformaciones revolucionarias se llevaron a cabo
profundos cambios estructurales en el país que significaron la centralización
estatal de la economía, la industria, La cultura y la política.
La
campaña de alfabetización, la creación del Instituto del libro, innumerables
exposiciones y congresos nacionales e internacionales, la creación del
Instituto de Arte e Industria cinematográfica, el consejo nacional de la
Cultura y las escuelas de Arte son algunos testimonios de ésta intensidad y del
carácter fundacional de esos años.
En
las exposiciones, en el cartel, en la portada de libros o en los muebles e
interiores de las instituciones creadas, en los nuevos productos para el
consumo básico nacional, estuvo presente del diseño.
Clara Porset, cubana pero que ya radica
en México a inicios de los sesenta, era un claro ejemplo de la intelectual
perteneciente a esta modernidad que se cristalizó en una vanguardia política y
culturalmente revolucionaria.
Ella
se ofreció para ayudar al desarrollo del diseño en Cuba. Una vez allí fue
comisionada por la dirección del gobierno para realizar el proyecto del
mobiliario de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos y posteriormente ejecutó el
proyecto mobiliario de la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán en la Habana.
No obstante la importancia de estas dos obras, el inicio de las gestiones bajo
iniciativa del “Che” Guevara para la fundación de la primera Escuela de Diseño
en Cuba en 1963 fue el proyecto que más atrajo y motivó, y, que, sin embargo,
al fin no llevaría a cabo.
A
ciencia cierta, hasta hoy en día no se saben las razones que motivaron la
interrupción de dicho proyecto. Clara Porset volvió a México, donde desarrollo
un amplio programa de práctica y enseñanza del diseño, y al fin de sus días se
lamentó de no haber integrado más ampliamente la historia del Diseño en Cuba.
En
la década de los 60 se creó el Departamento de muebles de la Dirección de
Arquitectura del Ministerio de la Construcción (MICONS), dirigido por Antonio
Quintana, Fue la institución que desde su creación hasta 1971, desarrolló
proyectos de diseño de muebles e interiores para las numerosas nuevas
instalaciones(hospitales, viviendas, playas públicas, centros recreacionales).
Gonzalo
Córdova y María Victoria Caignet fueron, entre otros, los encargados de
realizar estos proyectos. Rasgos distintivos de su labor fueron: su carácter
integral, ya que arquitectos y diseñadores trabajaban en equipos; y que los
muebles se realizaban con materiales exclusivamente nacionales. A ellos se
integraban obras de pintores nacionales de reconocido prestigio como René
Portocarrero o Amelia Peláez.
Los
conceptos rectores del diseño de esos muebles e interiores fueron siempre lo
cubano y lo contemporáneo. ”No se busca la identidad, sino que se trabaja en
diálogo con lo local, con el clima, con nuestros materiales”
En
este marco se destacó el plan de Camagüey de diseño de muebles e interiores para 4000 viviendas económicas
los que fueron concebidos a partir de la triple visión de contemporaneidad,
cubanía y modularidad.
Durante
esta década se sucedieron, en céntricas zonas urbanas, importantísimas exposiciones
de gran escala y fuerte presencia, y que portaban mensajes revolucionarios. La
primera de ellas fue la UIA (Unión Internacional de arquitectos), relacionada
con el Congreso Internacional de Arquitectos que dejó inaugurado el Pabellón
Cuba en la Rampa (sitio de exposiciones hasta nuestros días).Luego se sucedieron,
entre otras, el Salón de Mayo y la exposición del Tercer mundo, todas
realizadas en equipo, que incluyeron fotógrafos, arquitectos, diseñadores
gráficos, artistas plásticos y músicos. Es necesario mencionar las
escenografías de los Festivales de la Canción en Varadero llevados a cabo en
esos años y las remodelaciones de interiores, como la ejecutada como en la
Rampa, convertida en salón cultural.
En
1962 se creó en el Ministerio de Industria la oficina de Estudios y Desarrollo
de Productos, que fue la encargada de llevar a cabo los primeros estudios de
consumo básico y masivo de la población a la vez que “el diseño” de alguno de
estos productos. Entre los estudios que se desarrollaron pueden mencionarse la
investigación y diseño de juguetes didácticos; estudios para envases de fósforo
y para marcas de refrescos; la elaboración de campañas para el mantenimiento de
electrodomésticos; estudios sobre los envases de productos de medicina; estudio
sobre los hábitos de uso y mantenimiento de la olla de presión; la
investigación y diseño de un campamento transportable para las escuelas en el
campo, entre otros estos estudios sobre consumos básicos de la población, de
excepcional importancia como fundamentos del diseño, fueron continuados en la
década de los 70.
En
1970, a instancias de Iván Espín se creó la primera Escuela de nivel superior
de diseño en el país: La Escuela de Diseño Informacional e Industrial (EDII),
que dependía de la industria Ligera. Espín recién había concluido una beca de
la UNESCO en diversos países de Europa, donde habían estudiado el diseño y su
pedagogía. La escuela tenía como objetivo formar a los diseñadores que harán
falta para el desarrollo de productos de Industria Ligera y en general para
satisfacer los requerimientos económicos y sociales del país. Otro objetivo implícito
era poner el diseño cubano a tono del mundo, o sea, con las teorías y las
prácticas del diseño contemporáneo. Se impartirían dos carreras: diseño
industrial (productos de uso y consumo) y diseño informacional (productos de
información u comunicación). El propósito fundamental de ambas carreras era
metodológico, es decir, dotar al alumno de instrumentos para analizar y
resolver todo tipo de problemas de diseño.
El
énfasis en lo metodológico estaba dado por un fuerte conjunto de materias
teóricas: semiología, matemática, teoría de la cultura, psicología, sociología.
Este proceso de aprender a pensar era lo esencial de la enseñanza de la
Escuela. ”Se partía de Piaget, de
aprender aprehendiendo, del método estructuralista se deriva que el diseño era
visto como un sistema y además siempre contextualizado, las asignaturas
teóricas tributaban directa e indirectamente a las de proyecto”. A pesar de su
corta existencia y al escaso número de alumnos y egresados, estos tuvieron
posteriormente importantes roles dentro de la cultura nacional ya fuera en el
cine, la fotografía o en el diseño y su enseñanza. Entre los proyectos
realizados por la escuela merecen citarse el estudio del sistema de símbolos
para la vivienda popular cubana, las maneras de vestir del cubano en la calle,
los proyectos de muebles para viviendas y círculos infantiles, para juguetes y
envases y varios otros diseños informacionales.
La
EDII fue sin embargo un hito significativo en el desarrollo de la enseñanza del
diseño y del germen de instituciones futuras.
En
1972 apareció el libro El Diseño Ambiental de la Era de la Industrialización,
de Roberto Segre y Fernando Salinas, editado en la Universidad de la Habana.
Este trabajo sintetizó parte de la práctica que ya se venía realizando y sentó
bases teóricas del proceso proyectual.
En
el diseño se continuó el concepto de modernidad referida a lo local, fuera en
materiales, clima o hábitos de vida, pero en ese momento el alcance y el monto
de trabajo eran muy superiores: se realizó el diseño integral y la fabricación
por la empresa.
La
creciente importancia social y política que se le quiere otorgar al diseño se
evidencia en 1979 en el ciclo de conferencias organizadas por el Ministerio de
Cultura con el título “La importancia del diseño para el desarrollo económico
político y cultural”.
En
esta década aparecen las primeras reflexiones sobre el diseño, ya sean
implícitas en la práctica o en textos, se lleva a cabo una experiencia sobre su
enseñanza, se amplía el ámbito de su ejercicio y el diseño se acerca a la
producción Industrial.
Diseño
Industrial: Institucionalización del diseño
Años
80:
Se crearon instituciones de relevante importancia
para el diseño, se definieron sus funciones, su especificidad y la práctica
profesional.
Diseñador relevante: Iván Espín.
Se incrementó el número de industrias.
Se diseñaron productos tecnológicamente complejos,
como el tren bus para la ciudad de la Habana.
Se creó la oficina Nacional de Diseño Industrial
(ONDI).
Libro «teoría y práctica del diseño industrial» Gui
Bonsiepe.
Para
crear lo útil» lema de ONDI
Años
90:
Crisis económica nacional.
Ministerio de turismo, Hoteles.
Hotel Meliá cohíba, se busca conferir una identidad,
amplio trabajo en equipo se diseñaron interiores, señalética, textiles e
incluso la imagen e identidad corporativa.
DISEÑO GRÁFICO
Desde
1902-1958:
Agencias
de publicidad al estilo norteamericano.
Más
de 30 agencias.
McCann
Erickson, Guastella, Siboney, Mestre-Conill y OTPLA : agencias principales.
Actuación
de las agencias en: medios impresos, televisión.
Gran
calidad de impresiones litográficas.
Máquinas
rotativas de hueco grabado y offset.
Pequeños
talleres de impresión tipográfica.
De
1950 a 1958: la era de las agencias Publicitarias
Las
agencias publicitarias, las empresas editoriales y los grandes consorcios de
medios de comunicación norteamericanos acostumbraban a ensayar en Cuba sus
nuevas técnicas y tecnologías. La isla
sirvió como plataforma para el lanzamiento de productos y mensajes para el
mercado latinoamericano, todo lo cual explica en parte el desarrollo de la
publicidad y de la industria gráfica cubanas en esta época.
La
Escuela Profesional de Publicidad se fundó en 1954. En el ámbito de los
productos de consumo, Cuba contaba con una rica tradición de nombres y marcas.
De igual modo, envases, etiquetas y embalajes habían recorrido un fructífero
camino desde el siglo XIX, en primer lugar en los habanos, pero también en cigarrillos,
rones y cervezas. Estos productos, sus nombres y lemas comerciales fueron
expresiones de identidad cultural. Los habanos, que constituyen un verdadero
patrimonio de las artes visuales cubanas, contaban en sus envases con una
imaginería cuyas representaciones del paisaje natural y humano valorizaban la
cultura criolla.
Habanos
cubanos
El
mercado de las publicaciones era bastante disparejo. Había, por un lado,
múltiples revistas y diarios, y por otro, una industria del libro de poco
desarrollo. Escasas eran también las campañas de comunicación no comerciales o
de bien público. Eladio Rivadulla, pionero en Cuba del cartel serigráfico.
Eladio Rivadulla
De
1959 a 1964: cambio de paradigma
La
revolución fue una transformación profunda de la sociedad en todos sus ámbitos,
en un proceso continuo, pero no lineal. La comunicación estuvo desde luego
afectada por estos cambios, que dieron una perspectiva radicalmente diferente
al diseño gráfico. Surgieron nuevos emisores de comunicación, cambiaron los
mensajes y los receptores dejaron de ser potenciales consumidores para
convertirse en destinatarios de mensajes
políticos, educativos y culturales.
Con
las posteriores nacionalizaciones, los diseñadores pasaron a ser empleados del
Estado. En la confrontación ideológica de los primeros años la publicidad fue
tildada de perniciosa y en 1961 fueron definitivamente suprimidos por el
gobierno los espacios publicitarios en radio, televisión y prensa. El diseño
logró imponer su libertad expresiva y primó el respeto a sus creadores.
Cartel
para una exposición de Cuba en Francia, 1959
Serigrafía. Diseño: Raúl
Martínez. CNC
Cartel
para un festival de música. 1967
Serigrafía. Diseño: Alfredo Rossgaard
La
publicidad se adapta a los nuevos tiempos intentando mostrar una evocación
nacionalista en el posicionamiento de los productos, mientras la propaganda no
encontraba todavía su propio lenguaje.
En
el Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográficos, la diversidad de estilos entre ellos es notable, como lo es también
la intensidad de la producción. Los carteles tuvieron en común desde mediados
de los años sesenta un mismo formato (52x76 cm) y una misma técnica
(serigrafía).
Cartel
para una obra teatral. 1967. Offset.
Diseño: Héctor Villaverde. CNC
En
1961, el cartel adquiere un rol preponderante como medio de divulgación. Se
creó el Consejo Nacional de Cultura (CNC), cuyo objetivo era promover los
eventos e instituciones culturales.
De
1965 a 1975: maduración de un modo de hacer
Una
caracterización en el contexto que se conformó una nueva gráfica en Cuba pasa
por considerarse que a) La dinámica de transformación del país producía una
demanda constante de comunicación visual, y b) Los diseñadores estaban
nucleados alrededor de instituciones, que propiciaban una ejercitación
sistemática con mucha libertad expresiva.
Existió
un clímax en que se equilibraron demanda y oferta. La demanda se expresó por
exclusión editorial. Redujo la venta de periódicos, pero proliferaron las
revistas como también creación una variada gama de colecciones de libros. Etapa
más fértil en la historia del diseño cubano.
Ante
la ausencia de publicidad, aumentaron las campañas de bien público, en las que
tomaron mucha fuerza nuevos soportes como las vallas urbanas y los laminarios
(impresos con fines didácticos, de mayor tamaño que los carteles y con más
texto).
Se
efectuaron visitas de diseñadores, principalmente del japonés Shigeo Fukuda,
quien su presencia marcó huella en Cuba, por el estilo utilizado.
A
mediados de la década el cartel cubano empezó
a suscitar interés en Europa y en algunas otras plazas importantes de
las artes visuales en el mundo. A través de artículos en revistas y de
exposiciones se fue dando a conocer una realidad social particular y un modo de
reflejarla a través del diseño, todo lo cual atrajo atención y fue elogiado.
Sin
dudas fue el cartel el género más representativo del auge de la gráfica cubana
de esta época; tanto, que opacó otros logros que permanecen hasta hoy poco
abordados.
Cartel
político. 1968. Serigrafía.
Diseño: Helena Serrano. OSPAAAL
La
creación del Instituto Cubano del Libro (ICL) dio pie a la remodelación de las
editoriales y sus perfiles gráficos. El libro había dejado de ser un objeto
elitista para quedar al alcance de cualquier ciudadano, respaldado esto por una
política de precios subvencionados estatalmente, a fin de promover la lectura y
por ende el enriquecimiento cultural. Los diseños cubanos de libros de esta
etapa mostraban poca inhibición para
subvenir la forma tradicional que, en cuanto a diagramación, formatos y usos de
la tipografía, se tenía por correcta hasta entonces.
De 1976 a 1989: estancamiento
y retroceso
Una variedad de factores
condicionaron la crisis en el diseño gráfico cubano que se hizo evidente en
este periodo:
Se saturó el código visual creado
en los años sesenta y no llegó a tiempo
la necesaria renovación tanto visual, expresiva como humana.
Las relaciones laborales entre
los diseñadores y profesionales se hicieron más rígidas, y se impuso un estilo
democrático de encargo; hacia el final de los años 80 comenzó a conocerse en
Cuba la tecnología digital, avance al que no todos los diseñadores entonces
activos pudieron incorporarse-lo cual quedó marginado un sector de
profesionales maduros respecto de los jóvenes que entraban en el gremio-, y que
por otro lado hizo posible que personas con poca preparación específica en
comunicación visual accedieran a trabajos de diseño, en detrimento de la
calidad resultante.
Por esos años, algunos
diseñadores notables salieron definitivamente del país, bien por divergencias
con el sistema político vigente en Cuba, bien en búsqueda de mejoras económicas
(por ejemplo: Antonio Fernández Reboiro y Félix Beltrán; mucho antes ya lo
había hecho Tony Évora) y otros dejaron sus puestos de trabajo. Cuando en 1980
se fundó la Oficina Nacional de Diseño Industrial (ONDI), el diseño gráfico
cubano ya estaba en crisis. La ONDI puso entre sus prioridades la formación de
diseñadores y fundó el Instituto Politécnico para el Diseño Industrial en 1983.
De 1990 A 2000 la crisis y la
nueva oportunidad
A inicios de los años noventa, muchos diseñadores se independizaron de
las oficinas o agencias; pero terminaron proliferándose las agencias de
publicidad (llegaron a contarse hasta quince) para atender las necesidades de
comunicación en sistemas de identidad corporativa.
En el entorno del turismo y la
industria farmacéutica se desarrolló intensamente la creación de manuales de
identidad corporativa.
En 1992 algunos de los más
notables diseñadores se reunieron y formaron el comité Prográfica Cubana,
entidad no Gubernamental y sin fines de lucro dedicada a promover el diseño
como actividad creativa de amplio contenido cultural.
En años recientes se ha venido
produciendo la emigración de diseñadores gráficos jóvenes, fundamentalmente
hacia España y EE.UU., no obstante, se ha percibido un cierto optimismo
respecto de la posible recuperación del diseño gráfico cubano.
BIBLIOGRAFÍA
Fernández,
S. & Bonsiepe, G. (2008). Historia del Diseño en América Latina y el
Caribe: Cuba. Editorial: Blucher
Para completar tu información:
ResponderEliminarhttp://www.togores.net/arquitectura-y-diseno/premisas
Saludos